NUMINOR: La Música, Elemento Creativo Insustituible

Por Agustín Almanza Aguilar

15 / Noviembre / 2018

La música es un arte admirable, maravilloso y –podríamos subrayar sin ambages ni perjuicios– mágico, en el sentido trascendental. Y es terapéutico, pudiendo ayudar en el tratamiento de la pérdida de la memoria, según modernos estudios en el campo de la neurología, en los Estados Unidos, donde se recurrió al escáner con Imágenes de Resonancia Magnética (IRMI), realizando un mapeo de la actividad cerebral, ello al exponer a varios voluntarios a escuchar varios tipos de música.

El experimento detectó patrones de actividad cerebral que hizo denotar singularmente gustos y disgustos ante los temas. La música que les resultó agradable ocasionó la apertura de circuitos neuronales en ambos hemisferios, una red que desempeña fundamental papel en los pensamientos, en el mundo interior. Pero, se descubrió también, que se manifestaba un desencadenamiento de actividad en el hipocampo, la región del cerebro adyacente que un papel sumamente importante en la memoria y las emociones vinculadas a la socialización.

La música, por otra parte, ha sido muy descuidada en las escuelas, en la educación de las niñas y los niños -se dá más importancia al estudio del idioma inglés, por ejemplo, que no es, por supuesto, algo negativo-. Se olvida que en el ámbito mental este arte desarrolla una adecuada relación con el mismo organismo, permite la improvisación de respuestas creativas a situaciones imprevistas; favorece el pensamiento lógico, la atención, observación, concentración, memorización, experimentación, agilidad mental y la creatividad; también permite evaluar resultados, mide capacidades, ayuda al conocimiento de sí mismo, y enseña a razonar... La enseñanza de la música es un medio insustituible para la evolución humana en el que intervienen el tiempo, el ritmo, las emociones y el movimiento, gracias a la perfecta directriz de los sonidos, diría un catedrático español, según Samuel Máynez Champion (Proceso No. 2128, de agosto 2017).

El sonido y el movimiento encierran en sí melodías, armonías, timbres, ritmos, acentos, coloridos y modulaciones; el canto de los pájaros, el silbido de los vientos, el rumor de las aguas, los latidos de nuestros corazones, nuestras voces con sus altos y bajos, nuestra respiración: todo un lenguaje cósmico –Pitágoras y la música de las esferas, de los astros–, toda una filosofía divina. Excelente expresión de sentimientos, de problemas y soluciones matemáticas y físicas. Todo está lleno de música... ¿fué anterior a la vida misma?

El Universo es una gran sinfonía, lleno de armonía y equilibrio; la voz del Verbo/Logos es en esencia música.

Existen personas, de todas las edades, que cantan al hablar, infantes que crean toda una obra de arte musical con sus algarabías; hay silencios que están ahítos de acordes y bellas melodías. Hay tantos mensajes, pinturas, poemas, en cada una de esas mágicas y sagradas siete notas; hay un sin fin de imágenes y símbolos en sus combinaciones sonoras: todo este hermoso Arte nos revela la esencia de la Verdadera y Real Realidad: viste lo invisible. Nos revela lo majestuosos de nuestro Ser Interior, del Yo Original y nos quita el espejo de la ilusión ontológica. Nos enfrenta consigo mismos y nos ofrece el medio de contemplar nuestro rostro luminoso. Aunque -es verdad, cierto y muy verdadero- también hay música que ofrece viajes al mundo de lo oscuro y tenebroso... Contacta, pues, con el enigma y el misterio del propio Universo; dá placer y miedo, como todo arte primordial.

Aunque también –(para desgracia del nivel augusto del Espíritu cultivado–) existe un tipo de música sumamente vulgar y mediocre, ante lo cual es mejor valorar optimistamente el más enfadoso y caótico ruido ambiental (los narcocorridos, la de la banda, y el reguetón... ¡uaagh!).