¡No te rías! ¡eh?

FRANCISCO JAVIER NIEVES AGUILAR

25 / Septiembre / 2018

Me acaban de diagnosticar con S.A.I.P.E. (Síndrome de Atención Inexistente Provocado por la Edad). Usualmente estas son las manifestaciones...

Me estoy tomando un licuado frío. Aprovecho para quitarle algunas telarañas a la Caravan. Veo que la ventanilla trasera derecha no sube. Con mis manos intento acomodarla pero se baja de sopetón. Al levantarme, los resortes del asiento rompen mi pantalón.

Me dirijo a la sala y veo que ya llegó el recibo de luz. Casi me da un pinche infarto al ver lo que tengo qué pagar. Echo pestes contra la CFE e intento tranquilizarme, porque la glucosa amenaza con dispararse.

Dejo las llaves de la Explorer en la mesita. Reviso las hojas de traslado que me entregaron en el Seguro y confundo fechas. Desecho algunos documentos, los tiro a la basura, pero luego me acuerdo que los voy a necesitar y los recupero.

Salgo al corral y me encuentro un cesto de basura. Debo llevarlo a la esquina pero a medio camino me doy cuenta que llevo un huarache distinto al otro. Entonces pienso que....

Ya que voy afuera, aprovecharé para ir a la tienda de Martha a comprar un jabón de baño; Lirio, porque ese sí hace espuma. No encuentro un solo peso en mi bolso. De plano se me olvidó que el jabón tenía un costo. ¡Maldita costumbre de cobrar de los tenderos!

Regreso a mi cuchitril y encuentro sobre la mesa el licuado que me estaba tomando... Y se me había olvidado.

Aparto el vaso para que no se vaya a derramar sobre los papeles del seguro. Me doy cuenta que el licuado se calienta. Decido llevarla al refri.

Al ir hacia la cocina me fijo que los garrafones de agua están vacíos. Es urgente reponerlos pero el teléfono del distribuidor no lo encuentro. Había anotado su número no sé dónde ¡y pues así cómo!

Dejo el asunto de los garrafones por la paz y en el pretil descubro los anteojos para ver de cerca que estuve buscando toda la mañana.

Decido llevarlos al librero, donde tengo los siete lentes: Uno para ver de lejos, otro para ver de cerca, dos para la computadora, uno no se pa qué y los otros dos que recogí quien sabe de dónde.

De repente veo el control remoto de la Samsung. Alguien lo olvidó en la mesa de la cocina. Me acuerdo que anoche anduve como pendejo buscándolo hasta en los cestos de ropa y en los cajones de la cómoda, arriba y abajo. Decido llevarlo a mi cuarto, donde debe estar.

Me da sed y tomo un vaso. Se me olvida que no hay agua en los garrafones y me dirijo a la pila. La mayor parte se me derrama en el suelo. Por lo tanto, vuelvo a la cocina. Dejo el control remoto sobre la mesa y agarro el trapeador. Voy primero al baño.

Luego en el pasillo me detengo tratando de acordarme qué chingados es lo que quería hacer con el méndigo trapeador.

Al final de la tarde la Explorer sigue con las telarañas y la ventanilla volvió a caerse. El bote de basura está lleno. Hay un licuado caliente en la cómoda. Los garrafones siguen sin agua. No encuentro el méndigo control remoto de la tele ni mis anteojos para ver de cerca.

Descubro una hez de perro en el remedo de cochera y no tengo ni idea de dónde están las llaves de la Explorer y traigo un trapo apestoso en la mano Me quedo pensando:

¡Cómo puede ser!, que sin haber logrado nada en toda la méndiga tarde,

haya estado todo el tiempo en chinga y esté tan cansado.

Hazme un favor. Transmite este mensaje a todos los que conozcas. Porque no se dónde demonios dejé la agenda para enviárselo a mis amigos. ¡Y no te rías!, ¿eh? porque si aún no te pasa lo mismo, ¡No tardas!