Numinor: En la Esquina (Un escrito de 2013)

Ángel Agustín Almanza Aguilar

17 / Noviembre / 2017

En la esquina del negocio de mi padre está parado un camión cargado de usuarios, con acelerador molesto y corneta de demencia laboral. Atrás lo empujan otros autos con familias, en acelere igual, queriendo volar encima del camión y peste aplastar a los de adelante. Cinco acompasados toques de claxon recuerdan a las madres queridas; choferes con cara de orcos y agentes viales enloquecidos.

Es un día, un tiempo normal.

Salida de niñas y niños de la escuela, padres y madres desesperados, con sus bolsas de comida al andar. No hay música, sólo ruido en el asfalto; humo maldito que envenena el aliento, y no hay risas, sólo prisas por llegar al común y durmiente entorno cotidiano.

La vieja casona guarda el tesoro, las ruinas hablan de su pasado, y Don Manuel abre de nuevo las ostras que nadie come, porque ya no está

Cae la lluvia sobre el rostro del pordiosero, a quien nadie voltea a ver; sin aparecer. Tarde nubosa cobija al negocio Un momento se dá sin caminar, y sola la chica voltea al eterno espejo de la esquina, crisol de lenguas y mentadas, el ‘Loco’ vé el ‘otro lado’.

Seres de la realidad REAL tocando laúdes y címbalos, cítaras y fagots, en acordes aginados en LUZ. Y la nube cae de nueva cuenta.

Veo la gente pasar. No piensan en sí, no saben quiénes son. La vida fluye con su mensaje del día, y nadie parece entender al viento, y la flor se marchita pues no ha despertado el Sol.

¡Ah, los viejos sueños! ¡Las asquerosas pesadillas! Las noches en vela Morfeo y su estirpe, utilizando nuestros miedos para torturarnos. Así, a la vecina de enfrente, la más chismosa del barrio, se le había ‘subido el muerto’ anoche, según narraba con sus clásicos susurros estentóreos a otra irredenta ‘informante’ de aquél nosocomio común que, para no quedarse rezagada le comentó que a ella la visitan también muchos súcubos e íncubos que le mandaban imágenes muy lujuriosas que la hacían ‘irse’ muy feo. Nunca soñaron con los buenos ángeles, por sus deseos instintivos reprimidos, pero eso sí, cada domingo iban a la parroquia a darse muchos golpes de pecho, poniendo sus ojos como hubo cocido.

La esquina del negocio de mi padre fuente de muchos buenos sueños, y muchos escritos.