Preocupante alza de homicidios intencionales en Tepic

26 / Junio / 2017

Por Oscar Verdín Camacho

Así empezó en 2008, siguió en 2009, y para 2010 y 2011 aquellas matanzas fueron imparables.

En los meses más recientes se han ido acumulando ejecuciones con armas de fuego y, como hace años, la mayoría de ellas en Tepic y algunas otras en comunidades del vecino municipio de Xalisco. Da la impresión que se está rompiendo el control o acuerdo que existía con las mafias, y que hay un grupo de sujetos exterminando a quienes consideran rivales.

Cuerpos de hombres que son abandonados junto a carreteras, o en la noche, luego de haber sido levantados y, seguramente, torturados, se vienen convirtiendo en el gota a gota de hechos sangrientos que enlutan hogares.

Pero también se registran matanzas a plena luz del día, como sucedió la tarde de este sábado 24 en la colonia Los Sauces en Tepic, a unos metros de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), donde dos jóvenes de 21 y 24 años fueron las víctimas. Sus cuerpos quedaron a unos metros de distancia.

Además, suele haber la advertencia de que esto va continuar, por la amenaza que se deja con narcomensajes, también cada vez más frecuentes.

Pero, ¿cuál es la seguridad de los ejecutores para no confundir sus blancos?, ¿hay que matar por el hecho de ser consumidor de drogas?.

En esta situación terrible hay otro escenario cómodo en el que con frecuencia incurren autoridades, medios de comunicación y una buena parte de la sociedad: el de pretender justificar el asesinato y de relacionar a la víctima con cuestiones delictivas. Con frecuencia parece dársele más valor al que jala el gatillo que al que cae sin vida.

Si lo mataron fue por algo, porque andaba en malos pasos, o porque es hermano o primo o amigo de un ‘mañoso’. Es decir, ante la opinión de otros, se justifica la muerte, pero menos se reclama a los autores o principalmente al Estado, porque ocurren matanzas y la fuga es con una facilidad que llama la atención. Podríamos estar regresando a esos años 2010 y 2011 donde, en muchos casos, las policías locales optaban por esperar un rato antes de acercarse a donde se producían homicidios de alto impacto.

Esa parte se justificó en su momento por la facilidad con que el policía estatal o municipal puede ser identificado por las organizaciones criminales, que muchas veces cuentan con infiltrados y les resultaría sencillo saber dónde viven o su entorno familiar.

En años pasados nos enteramos de no pocos mandos policiacos que también fueron ejecutados.

Por ello se espera que el Ejército, la Marina y la Policía Federal tengan una mayor participación en el combate a esas bandas, porque contarían con un mayor sistema de protección para su personal, tan sólo con la posibilidad de moverlos a otros estados de la República.

Sin embargo, esa situación de miedo es aprovechada por otro tipo de sujetos que comete delitos pero aparentando ser parte de mafias, por ejemplo estafadores que realizan llamadas telefónicas y llegan a identificarse como Zetas, Chapos, o del Cártel Jalisco Nueva Generación, o de Los Beltrán Leyva, entre otros.

La situación delincuencial se descompuso a mediados del pasado gobierno estatal, mientras que ahora, cuando faltan unos meses para la conclusión de la actual administración, esperemos que se esté en tiempo de evitar que la violencia se desborde nuevamente.

Muchas personas inocentes murieron en la guerra de esos años. Niños, mujeres, personas en avanzada edad cuyo único delito fue estar en el momento equivocado, o bien tener parentesco con alguna persona vinculada a las drogas. Pero también fallecieron jóvenes que, como ya fue apuntado, fueron criminalizados por el hecho de morir en ejecución.

Esperemos que todo eso no se repita. Que aún sea tiempo para frenarlo.