Numinor: Emile de Betreuil, nunca inferior a ningún mortal

Ángel Agustín Almanza Aguilar

24 / Enero / 2017

Ha sido duro y complicado el camino de las mujeres dentro de las ciencias; desde siempre se les ha discriminado, obstaculizado y hasta asesinado para impedirles mostrar que el talento no es exclusivo de los hombres y, al contrario, en sus mentes ágiles y creativas está la solución a muchos de los grandes problemas que impiden el avance y el progreso del mundo actual, así comienza su trabajo sobre Madame De Chatelet la doctora Ernestina Jiménez (Op. Cit.).

Este personaje histórico fue colaboradora, amiga y amante de Voltaire, y fue una de las mayores contribuyentes al progreso de la revolución científica en el siglo XVIII. Exponemos a continuación un fragmento de una carta suya, dirigida al gran Federico de Prusia, documento que conlleva con fresca actualidad un mensaje válido para todas las mujeres:

Juzgadme por mis propios méritos, o por la falta de ellos, pero no me consideréis como un mero apéndice de este gran señor, de tal estrella que relumbra o de tal autor famoso. Soy yo misma una persona completa, responsable sólo ante mí por todo cuanto soy, todo cuanto digo, todo cuanto hago. Puede ser que haya metafísicos y filósofos cuyo saber sea mayor que el mío, aunque no los he conocido, ellos son también más débiles como seres humanos y tienen sus efectos; así que cuando sumo el total de mis saberes, confieso que soy inferior a nadie.

Emile De Betreuil fué su nombre de soltera, al que su padre dio una esmerada educación, y siempre se movió en los altos círculos sociales; una gran filósofa. Influyó enormemente en Voltaire, a quien encaminó a la metafísica, la poesía, la ciencia y la escritura dramática. Escribió una gran obra importante, que se publicó de manera anónima, pero un tal Koening se la apropió y ella sería reivindicada sólo hasta después de su muerte.

Tradujo al francés las obras de Newton y la filosofía natural vitalista de Leibniz. Por los cierto, se sabe que esa traducción de los textos de Newton –su obra fundamental- le llevó a realizar un gran esfuerzo de estudio y escritura, con una disciplina desde las nueve de la mañana hasta las cinco del a mañana del otro día Y es que presentía que iba a morir de parto, pues estaba embarazada. Al dar a luz –se ha dicho, también- colocó al niño sobre unos libros y siguió traduciendo.