REDESCUBRIENDO: Trump: La Crónica No Anunciada

Por: José Miguel Cuevas Delgadillo

10 / Noviembre / 2016

Uno de los rasgos más importante de la política es su libertad, de la libertad de quienes la hacen y por tanto de la imprevisibilidad, indeterminación e incertidumbre que esa misma libertad genera en ella. ¿Quién se iba a imaginar, hace 542 días, que aquel hombre de pelo raro con un discurso xenófobo que anunciaba su candidatura hoy sería el presidente electo de EEUU? ¿Quién se imaginó el 8 de noviembre por la mañana que ese folclórico personaje que terminó su campaña con 5% debajo de Hillary Clinton terminaría no sólo ganando, sino incluso aplastando con buena ventaja, en delegados, a los demócratas? Ni ellos, la campaña de Donald Trump, creía creíble ese escenario y sucedió. Así el mundo la noche del martes aguantó la respiración ante las pantallas de televisión donde los nerviosos presentadores informaban y los aún más desconcertados analistas intentaban explicar lo inexplicable: Que los números rojos republicanos eran inalcanzables por los azules en estados que los demócratas sentían seguros. ¿Dónde está el voto latino que tantas expectativas generó? ¿Dónde está la clase media pensante? ¿Dónde están los afroamericanos? Nada, ni California con sus 55 votos, pudieron con el torbellino de esa noche.

Y mientras los mortales impasibles observábamos, los mercados en el mundo tambalean, no por nada pareciera que los mercados y la política no se llevan, a los primeros no les gusta la imprevisibilidad de la segunda y menos les van a gustar los próximos años con un presidente estadounidense bipolar, arriesgado, simplón y con poder. Y así, en unas horas pasamos del ¿Qué pasó?, como pregunta básica de una mala noche con resaca, al ¿Qué sigue?, ¿Qué va a pasar? Y sobre todo ¿Cómo cambiará o que está cambiando en el mundo? Porque al final estos resultados electorales en el país más poderoso del mundo sólo reafirman una tendencia en el mundo occidental de viraje hacia una derecha más conservadora, con un discurso proteccionista, nacionalista y xenófobo. Esto se ha observado en Italia y Francia con el avance de la ultra-derecha anti migración, en Bélgica, Finlandia, Hungría donde los gobiernos han impuesto restricciones hace unos años inimaginables contra las minorías y migrantes, o Reino Unido donde el nacionalista partido liberal logró el triunfo del Brexit con un discurso muy similar al utilizado Trump en las pasadas elecciones. Pero, ojo, este avance de la derecha, no sólo se observa en Europa que ha sido sacudida fatídicamente al mismo tiempo por una crisis política al interior de la UE, por una crisis económica y por una ola sin precedentes de migración desde medio oriente y áfrica producto del desplome de dictadores que servían indirecta y paradójicamente como barrera para los migrantes. Este ascenso de la derecha, igual se deja sentir, aunque con matices, en Venezuela, Argentina, Brasil y en Colombia con su plebiscito sobre la paz.

Pero tampoco se trata de ser fatalistas ante una realidad que parece golpear con fuerza, al final cada país tiene sus particularidades dentro de sus sistemas políticos y formas de gobierno. En ocasiones los que vivimos en este lado del río bravo, con cultura política parroquial y seguidores de líderes carismáticos desde épocas prehispánicas pretendemos medir a los líderes de otras culturas igual que como medimos a nuestros líderes. ¿Tiene el mismo rol de poder –dentro de su régimen de gobierno- el presidente estadounidense a un presidente, por ejemplo, de México o Venezuela? No. Acostumbrados los latinos a ver presidentes todos poderosos sobrepasando a los demás poderes del Estado, tenemos la falsa creencia que así en todo el mundo. A Trump le será difícil empujar su plan de gobierno, ya que debe de contar con el apoyo, primero, de los diputados y senadores que si bien son de su partido, cuentan con agendas propias y financiadas por poderosos intereses económicos. Y segundo, a ese hombre acostumbrado a mandar sin contrapesos en su imperio económico, le faltará temple y capacidad para consensuar con un sinfín de actores extra parlamentarios que inciden en la vida pública estadounidense. Al final, tendremos más de lo mismo, o eso esperemos, porque al final, como en el principio, la política es libre y por ello impredecible. En 140 caracteres: En voto popular la diferencia es mínima, pareciera que o Hillary no tuvo buen cálculo en el tablero o que el sistema electoral es obsoleto. Hasta la próxima.