Numinor: La Prensa es el Medio Periodístico por Excelencia (Carlos Marín)

Ángel Agustín Almanza Aguilar

07 / Noviembre / 2016

Soy periodista, ¿y tú? así dijo –en cierta ocasión- un individuo que, desgarbadamente, manipulaba, sin usar, una grabadora y una cámara fotográfica. Nomás le faltaba que trajera, a guisa de estandarte y blasón, como el buen Samuel Arias -sí, ése agradable personaje emblemático de nuestra capital, ‘El Comunista’-, en su pecho, y con letras fosforescentes, el letrero de ‘reportero’. Me dijo en qué medio escribía y me dí a la tarea de leerlo. Lo que ví fue un galimatías de antología: bueno –me dije- ya no me siento solo; no soy el único desbaratado.

Me encuentro leyendo –y estudiando- el ‘Manual de Periodismo’ de Carlos Marín Martínez (un buen maestro), y me doy cuenta de que no cualquiera es realmente un periodista, digo, completo. Esto porque en este digno y respetable gremio anidan muchos testaferros de la pluma, muchos parásitos que viven de los boletines; gente que vive de la Prensa gracias al chantaje y al lambisconismo ante el poder político. Y son marabunta. Por un ‘plato de lentejas’ venden la dignidad y la conciencia, y son, en efecto, los que se presentan con más altanería y soberbia ante la sociedad, jactándose de la lastimera forma de ser los ‘non plus ultra’ del oficio. Bueno, los hay que hasta ‘hablan con faltas de ortografía’ Pero también los hay –y muy en minoría; ‘calidad no cantidad’- que son verdaderos ejemplos del saber periodístico. A ellos mis respetos y suma admiración. Los citados primero han dañado mucho la imagen de la Prensa.

¿Qué sabemos de la estructuración real y efectiva de os diversos géneros periodísticos: de la Noticia, la Nota Informativa, la Entrevista, la Crónica, el Reportaje, la Columna, el Artículo, la Editorial, etc.? Yo me declaro neófito, lo reconozco, pero me interesa –y preocupa- saber, conocer y practicar eso. Veamos lo del Reportaje.

El reportero –se nos dice y hace ver- es el sujeto clave del mejor periodismo. Vive con interés constante en todo lo que entrañe atención pública; está enterado de los principales acontecimientos y tiene frecuentemente contacto con los protagonistas y proveedores de información: es un ‘cazador’ permanente en estado de alerta. Es el principal proveedor de la materia periodística, la información.

El reportero –el que se jacte de tal- debe reunir cualidades como la agudeza, puesto que todo lo que oye y ve nunca es incidental, y su sensibilidad para percibir ‘la nota’ –el ‘olfato’-, dá un buen indicio para la iniciación de una investigación.

Debe leer mucho, y esto le ayuda para identificar en documentos, ‘a vuelo de águila’, los puntos relevantes. Debe tener, pues, estudios teóricos y prácticos, y sincera vocación. Marín Martínez al tocar el punto de la ‘dignidad profesional’, nos dice algo esencial: implica autonomía moral no sólo frente a los sujetos y asuntos que trata el periodista para obtener información, sino también frente a sus compañeros de ‘fuente’ de otros medios, y aún de su mismo trabajo y ante funcionarios de instituciones públicas, privadas y sociales debe preservar su dignidad por encima de cualquier otra consideración. Esto se logra cuidando el cumplimiento cabal de su trabajo como periodista y, si no se le permite, debe renunciar. Un reportero servil y oportunista es tan vulnerable como el déspota y el prepotente.

Debe dominar la redacción en general, de lo contrario está incompleto, y sólo aparecerá como un común recaudador de datos, por más que la institución en que trabaje resuelva el problema recurriendo a redactores profesionales para reelaborar sus escritos originales.

Incorruptibilidad el periodismo implica honradez. Quien accede al periodismo para obtener una credencial que le permita medrar o satisfacer propósitos mezquinos y tráfico de influencias puede llegar a ser un eficaz negociante, un buen gestor o un ‘coyote’, un ‘influyente’, pero no un periodista.

Toquemos, para finalizar, el tema de los boletines de prensa: una amenaza para el trabajo reporteril: su empleo ‘acrítico’ –darle la vuelta, la revolcada- inhibe la exploración profesional de los asuntos de interés público y fomente la pasividad en dos tipos de periodistas: los ‘inmaduros’ y los ‘dinosaurios’, quienes terminan por limitar su ‘reporteo’ al hurgamiento de sobres. Junto con el boletín, el trabajo periodístico en México ha padecido los efectos de la corrupción directa con dinero y mediante el manejo de la publicidad que todavía se impulsa en oficinas de prensa de los gobiernos. ¡Ah, y la autocensura!... Bueno es tener, pues, siempre en mente las viejas preguntas a contestar: qué, dónde, cómo, quién, cuándo, y por qué.

Y usted, ¿es periodista?