Numinor: El Golem y la delincuencia organizada
¡Al ladrón! ¡Al ladrón!
(Grito estentóreo e histérico de un político ‘honesto’)

Ángel Agustín Almanza Aguilar

14 / Septiembre / 2016

Allá por los tiempos del Medioevo, en los siglos III y IV, circularon historias de rabinos que habrían logrado crear, mediante rituales cabalísticos que imitaban el proceso de la obra divina, unas criaturas a las se les conoció como ‘Golems’, seres mitad monstruos y mitad humanos; gracias a moles de arcilla con animación propia.

‘Golem’ es una palabra que aparece en el Antiguo Testamento y señalaba a Adán en estado amorfo, antes de recibir el aliento-soplo de Dios; una criatura de barro sin alma.

Lo de ‘Golem’ era una tradición muy arraigada, sobre todo en los gethos judíos del siglo XVI, que es cuando la leyenda cobra la vigencia con la que ahora se le conoce, y es en la ciudad de Praga (Checoeslovaquia) donde un rabino, de nombre Ben Loew, crea uno de ellos, primero como sirviente y después, para que defendiera a los de su raza de las persecuciones y maltratos de que eran objeto cotidianamente, bajo el pretexto de que se dedicaban a la práctica de crímenes rituales. El caso es que la criatura enloqueció y se salió de control, causando muchos destrozos sin distinción de humanos y grupos.

El ‘Golem’ había sido ‘animado’ en virtud de una palabra cabalística, puesta en su frente: Emeth, que significa Vida. Ante los desmanes escandalosos, y ya no poder controlar al monstruo que debió haber servido a sus intereses personales, el rabino Judah Ben Loew ideó la manera de destruirlo por completo. Así, un día el rabino le llamó –cuando andaba calmadito el chango ése- y le pidió que se arrodillase ante él, cosa que hizo al instante, y que fué momento decisivo para que, ipso facto, le borrara la primera letra del nombre, la E, y quedara la significación de Muerte en su frente (como si fuera un balazo en la cabeza). Y, en efecto, el monstruo de fiemo comenzó a desbaratarse y desintegrarse por completo, sólo que –y he aquí el Quid del asunto-, en esa involución, la criatura aniquiló a su creador

Bien; esto es lo que podría pasar, hoy en día, si los creadores y protectores del submundo del narcotráfico, de la pomposamente llamada Delincuencia Organizada, hicieran lo mismo que el viejo rabino. Así de fácil. Pero la gente se ha venido cuestionando, y con suma razón, que dónde están las cabezas de la verdadera Delincuencia Organizada, y sospechan que los capos realmente Pesados están muy, pero muy arriba Los narcos serían sólo las máscaras de los rabinos (sin ofender a esos maestros).

La criatura del Doctor Frankestein, ese personaje novelesco de María Shelley, aparece como un inocentón caricaturesco (sin que se remueva de donde está el buen Boris Karloff).