CON PRECAUCIÓN: La cultura de la basura en la playa

Por Sergio Mejía Cano

29 / Marzo / 2016

Todavía hasta hace poco tiempo relativamente, en algunas bardas de la periferia de Tepic, rezaba una leyenda de que Una ciudad limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia; y hoy esto se podría aplicar a las playas no nada más de Nayarit, sino de todo el país, ya que precisamente en las dichosas redes sociales comenzaron a circular fotos y videos inmediatamente después de que terminó la llamada Semana Mayor, en donde se evidencia la poca cultura en cuestión de limpieza que demostraron infinidad de personas.

Aquí en Nayarit quedó demostrado que se ofrecieron las playas limpias al turismo venido de todas partes, y es posible que quienes las ensuciaron no hayan sido nada más nayaritas en sí, sino turistas venidos de donde sea y quizás incluso entre mucha de esta gente que dejó su basura en las playas también estén incluidos muchos extranjeros; sin embargo, según las fotos y videos que se muestran en las redes sociales, el problema de playas sucias o mejor dicho: que se ensuciaron en estas vacaciones, pertenecen a los principales centros turísticos del país, tanto del Golfo como del Pacífico, así como de las penínsulas de Yucatán y Baja California, respectivamente, por todos sus lados.

Es un hecho que el incremento de la basura que se deja en las playas se debe principalmente a los envases desechables tanto de comida como de bebidas que a muchas personas no les pesa dejarlos a un lado en cuanto ya no les son útiles. Desde luego que no se generaliza, pues hay gente que se preocupa de no dejar basura en la playa o al menos recoge la más visible o voluminosa; pero hay personas que les vale dejar su tiradero, así haya contenedores para la basura cercanos ya sea en la misma playa o en el malecón. Como en el caso de Mazatlán, Sinaloa en donde a todo lo largo del malecón, aproximadamente cada 50 metros hay botes para que la gente deposite la basura que genere durante su estancia en la playa; y sí, muchas personas salían de la playa a depositar su basura en dichos botes para el propósito. Pero como hay de todo en este mundo, obviamente que también hubo sus bemoles en cuanto a otras personas que ahí dejaron en la playa las huellas de su diversión.

Y a propósito de Mazatlán, hubo un tiempo allá a finales de la década de los 70 o principio de los 80 del siglo pasado, en que supuestamente por motivos de seguridad, se prohibió en tiempo de Carnaval y Semana Santa la venta de bebidas en sus propios envases, dizque porque estos se podrían utilizar como proyectiles en caso de alguna bronca; y sí, se dieron casos en que algunos cuates que se vieron involucrados en pleitos tal vez generados por el alcohol, resultaron descalabrados o con cortadas en cabeza y otras partes de su cuerpo al recibir golpes con un bote o una botella llenos de líquido etílico. Así que cuando la gente acudía a un depósito o puesto de bebidas embriagantes, se las vertían en envases de plástico, ya fueran algunos promovidos por las mismas empresas cerveceras o garrafones del mismo material que tenían que llevar los clientes. Y vaya que era hasta cierto punto chusco tener que vaciar un 24 de botes de cerveza en un recipiente de plástico o peor aún: que el líquido lo tuvieran que verter de uno en uno en vasos de plástico. Y como mucha gente no sabía de esta disposición por parte del municipio mazatleco, se veía en la necesidad de tener que comprar envases plásticos si es que se le antojaba tomarse una cheve o un trago de cualquiera otra clase de licor, ¿y? Pues obviamente que había gente por todo el malecón vendiendo dichos envases de plástico.

Desde luego que esta medida resultó contraproducente, ya no digamos en cuestión de seguridad y daños corporales, sino de generación de basura por tanto envases plásticos tirados a lo largo y ancho de toda la zona costera y más allá, pues si alguien se empinaba una cerveza era un vaso que tiraba o desechaba, así que el tiradero de envases plásticos de todos tipos y tamaños hacían montañas y montañas que se volvían a formar a la noche siguiente y así sucesivamente.

Así que si bien los envases desechables vinieron a facilitar en cierta forma el no tener que cargar con ollas y cazuelas a la playa para tener que botanear, vaya si vinieron a engrandecer la contaminación no nada más visual, sino ambiental en todos sus términos. Y lo malo es que muchos de estos desechables los atrapa el Mar provocando que sus habitantes los confundan con alimento, y según los expertos, las consecuencias han sido devastadoras.