REDESCUBRIENDO: El Evangelio según los Simpson.

Por: José Miguel Cuevas Delgadillo

23 / Octubre / 2014

El popular programa de televisión Los Simpson fue creado por Matt Groenning. Ha sido galardonado con varios premios por su elevado ratting en la Unión Americana. En nuestro país es transmitido a nuestro idioma por Televisión Azteca, aquí en Tepic por el canal 8. Desde varios puntos de vista, el programa es divertido, sobre todo por el sarcasmo en que aborda diferentes temas políticos, y sociales como el racismo, homosexualismo, entre otros. Sin duda, el tema predominante es el religioso. Muchos capítulos fueron diseñados para una audiencia cristiana-protestante, como lo es la norteamericana. Pero no sólo eso, también abordan debates teológicos y filosóficos; perspectivas doctrinales de religiones ajenas al cristianismo, como la reencarnación. Contrario a lo que se piensa, Los Simpson es una serie animada plagada de figuras religiosas y construcciones teológicas de trascendencia. Aunque en algunas ocasiones raya en lo profano, en muchas ocasiones le dedica mucho espacio a los temas religiosos. Citaré algunos ejemplos. En el capítulo Si todo el mundo fuera como Ned Flander, el cielo no fuera necesario, se aborda la vida cotidiana del vecino evangélico, resaltando su vida ejemplar y rectitud moral. En algunas ocasiones el sarcasmo es evidente, sin embargo, exalta las virtudes cristianas de un personaje que es visto como bobalicón. La devoción cristiana de Flanders es evidente: tiene una familia estable, asisten a la iglesia, sus hijos oran, dan gracias a Dios antes de ingerir los alimentos. Los creadores no escatiman ningún aspecto de la vida evangélica del vecino, las televisoras tampoco lo hacen. Para Garry Bowler, profesor de historia de Universidad de Monitaba y fundador del Centro de Estudio del Cristianismo y los Valores Contemporáneos, considera a Flander el exponente más efectivo de la televisión de una vida cristiana bien vívida. En ese sentido, prefiero tener como vecino a Flanders que a Homero y su hijo Bart. El capitulo destaca la espiritualidad cristiana de Flanders con detalle. Flanders cree en la Segunda Venida de Cristo, está convencido que Jesús volverá a la tierra en cualquier momento. Confunde el sonido del saxofón de su vecinita Lisa con el sonido de la trompeta del Arcángel Gabriel que anuncia el Juicio Final.

Existe un capítulo titulado: Vendería mi alma por una rosquilla en donde se aborda el tema del Cielo, el Infierno y el Diablo. Homero se atreve a desafiarse a sí mismo y hace una invocación peligrosa: Le vendería mi alma al diablo por una rosquilla. El trasfondo cristiano en evidente, la figura del diablo es, sin duda, la anti-tesis perfecta del cristianismo. Existen otros episodios con fuerte énfasis cristiano: Querido Dios, dale una oportunidad al calvo. ¡No tenemos plegaria! La Biblia, creo que puede estar en alguna parte de atrás. Existen otros que abordan los aspectos básicos de otra religiones: Es católico Marge. ¿Mel Brooks es judío, nosotros somos judíos? ¡Hindú, hay 700 millones de nosotros!

Dado lo anterior ¿es recomendable ver capítulo a capítulo de los simpsom para fines de aprender una espiritualidad cristiana precisa? ¿En qué grado motiva al televidente fomentar una vida piadosa y moralidad ejemplar? Sus creadores aseguran que sí. En contraste con otros programas norteamericanos de corte religioso, Los Simpsom contribuye a un prototipo de vida cristiana promedio con su máximo representante: Ned Flanders. Es interesante observar, que en todos los capítulos de la serie en ninguna ocasión Homero y Marge han caído en la tentación de la infidelidad. Mark I. Pinsky establece: En cada uno de los episodios que se enfocan en la seria tentación del adulterio, ni Homero ni Marge pretenden romper los votos matrimoniales. En ese sentido, ellos son los típicos inocentes que se dirigen hacia el peligroso por casualidad, con buenas intenciones, y en el caso de Marge por necesidad emocional. Hasta la próxima. Terapeuta Familiar y Conferencista. Consultas 311 136 89 86. redescubriendo@hotmail.com